La Academia Americana de Medicina del Sueño (AASM), basándose en las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría, sugiere que los niños de dos a cinco años deben dormir entre 10 y 13 horas distribuidas a lo largo del día para asegurar un descanso adecuado según su edad.
Dormir las horas suficientes es importante para un desarrollo sano y aporta beneficios a todos los niveles, desde el físico hasta el cognitivo y emocional. Un buen descanso mejora la atención, el comportamiento, el aprendizaje, la memoria, el control emocional, la calidad de vida y la salud mental y física.
Por el contrario, la falta de sueño se asocia con bajo rendimiento escolar, aumento de lesiones, hipertensión, obesidad y depresión, entre otras consecuencias.
Siestas: un descanso vital que desaparece gradualmente
En esta etapa, las siestas siguen siendo una parte básica de su descanso, al menos hasta los tres o cuatro años, según afirma la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Las siestas suelen realizarse después del almuerzo. Este periodo de descanso es especialmente importante porque mejora la memoria a corto plazo en los niños pequeños. También les ayuda a recuperar fuerzas para continuar el día con buen humor (ya que el cansancio los pone irascibles) y reduce la hiperactividad y la ansiedad.
Sin embargo, en este periodo, los niños suelen dejar de dormir la siesta. A los tres años, muchos comienzan a ir al colegio, y aunque algunos mantienen la rutina de la siesta, lo habitual es que la abandonen de forma gradual.
Fuente:
www.bebesymas.com